domingo, 7 de diciembre de 2008

siguiendoooooooooooo....

siguiendo con la magiaaaaaaa
besossss


Según la mitología griega Pegaso era un caballo mágico y alado, hijo de Poseidón, dios del mar, y de la gorgona Medusa. Esta fantástica criatura, veloz y rápida como el viento, nació del cuello de Medusa después de ser vencida y muerta por el héroe Perseo, quien le cortó la cabeza.

Poco después de su nacimiento, el mágico corcel golpeó con una coz el suelo del monte Helicón y en el acto comenzó a fluir un manantial, después consagrado a las Musas y que, según se cree, es la fuente de la inspiración poética.

Todos intentaron en vano capturar y amansar al caballo y ésta se convirtió en la obsesión de Belerofonte, príncipe de Corinto, que, siguiendo el consejo de un adivino, pasó una noche en el templo de la diosa Atenea. Mientras dormía, se le apareció la diosa con una brida de oro junto a él, y con ella pudo capturar y amansar fácilmente al caballo alado.

A partir de ese momento, Pegaso se convirtió en una gran ayuda para el héroe y lo acompañó en sus aventuras contra las amazonas y la Quimera, multiplicando sus hazañas.

Belerofonte, sin embargo, fue víctima de su propio orgullo. Cuando logró volar hasta la cima del monte Olimpo para reunirse con los dioses, el prudente caballo lo derribó y dejó que Belerofonte vagara sin rumbo, desconsolado y rechazado por los inmortales.

Pegaso encontró refugio en los establos olímpicos y Zeus le encargó que le llevara el trueno y el rayo, los símbolos de su poder. Posteriormente los dioses transformaron a Pegaso en una constelación.

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